Homme libre, toujours tu
chériras la mer!
Baudelaire
Hay
quien vive en una ciudad que se agiganta
y
allí jugaba cuando niño en sus calles
antes
de entrar al colegio.
Es
difícil fingir que no ha muerto lo que amábamos,
porque
la vida escapa, breve como la rosa,
sin
saber precisar que se hizo de nosotros,
de
aquel miedo a morir,
de
aquella niña blanca que ondeaba
su
cabello negro, su risa, su esperanza.
Ella
sabe que nunca volverá a salir del colegio,
que
nuestra soledad retorna del brazo de la muerte,
como
una golondrina atrapada en la nieve
que
no puede volar y apenas se equivoca.
Diciembre 1983
Elda, insisto tengo lo que buscaba, se me han escapado todas las princesas y alguna que otra mujer fatal, y me alegro. He enccontrado personas que me escucháis, porque tengo mucho que decir, tú eres la primera y eso me desnuda emotivamente. Estoy preparado para morirme fracasando de las maneras más injustas. Por lo que tú sabes, el éxito es un monstruo que no podría gestionar, además García Montero tiene que seguir dando clases y Gala ha vivido de esas largas novelas que van a ninguna parte. Su teatro profundo, con un humor casi Wildeliano, y valiente, y su poesía que Clara Mnntes la eleva, y sus artículos certeros y brillantes, no le habrían dado para pagar una cena a sus buenos amigos. Tengo lo que quiero Elda, aquí en mi rincón.
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