Nunca
quise ser como mis padres me dijeron
y aún sin
sus errores he sabido perderme.
Esta es
mi soledad de turbador gastado,
y de
poeta rancio
que no
publicó verso alguno.
Al abrigo
de las horas derrumbo mi silencio
con
películas viejas que buscan la sonrisa.
Este es
mi pobre mundo, mi historieta cerrada,
en una
ciudad que crece en el dolor
sin
apenas un árbol y ennegrecidas playas.
Me hablan
cada día de lo que nunca tuve,
me
recuerdan lo que pude conseguir
de haber
sido como mis padres me dijeron,
y parecer
bueno, bueno y feliz en la indiferencia.
Diciembre
1983
Hola Enrique. Espero que este sentir tan melancólico, hoy día no te acompañe, pues ya veo que este poema es antiguo.
ResponderEliminarTengo muchas ganas de leerte feliz y enamorado, o inventando amores, jajaja.
Oye, me facilitarías el buscarte, si en mi blog quedarás como seguidor, así solo tendría que pinchar encima.
Me gusto leerte, seguiré visitándote.
Un abrazo.