A Lorca, que los cielos me perdonen.
Cada poema aparecerá vestido
de tristeza que no atienda a razones,
que se alimente de las cifras del desnudo
que te arrancó sin verte en los salones.
Pero ahora me voy como un
ausente,
sin calle, sin semáforo, sin
coche
como la piedra helada de tu
frente
que ya no piensa en mí,
que no late, no llora, que no
siente.
Habrá una aurora nueva en tu mejilla,
un mensaje de cardo en mi buzón de espera,
y no hubo una tregua en mi vida
que a sangre y fuego labrado no se hubiera,
con los violinistas moviéndose en las sombras
y los gatos que hieren sueño
en la maleza encogida,
con seres de locura enamorados
y besos sin carmín en las mejillas.
Pero me voy como un hueco sin mensaje
a los parajes yermos del espanto
abrigando en el pecho soledades,
incomprensión de olvido que no ayuda,
derroteros del mar que nos inunda y muere
y deja nuestros ojos sin ventanas
y una estrofa de Cohen temblando en los andenes
para cuando recuerde el porvenir Granada.
Pero ahora me voy como un
ausente,
sin calle, sin semáforo, sin
coche,
como la piedra helada de tu
frente
que ya no piensa en mí
que no late, no llora, que no
siente.
(Poema de Duda - 5/7/2011)
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